I. La Nicaragua que tenemos

Andar y desandar el camino, construir y destruir lo construido ha sido la característica principal de nuestra vida como sociedad. Más de una vez hemos empezado a construir instituciones democráticas y luego retrocedemos a una dictadura. Más de una vez hemos empezado a crear una base económica que nos permita mejorar nuestra calidad de vida y luego las guerras, la corrupción y la inseguridad la destruyen.

Ese caminar en círculos durante dos siglos nos ha costado vidas, tiempo, riquezas y oportunidades.

¡Es tiempo de avanzar! ¡Tenemos que dejar de caminar en círculos!

Hoy Nicaragua está atravesando una grave crisis política, institucional, social y económica, agravada con la pandemia del COVID 19, y el régimen está agravándola con su prepotencia, leyes represivas, inacción y aislamiento de la ciudadanía. En su afán de perpetuarse en el poder, sigue vulnerando sistemáticamente los derechos humanos, atacando las libertades de expresión y reunión, asesinando, encarcelando y acosando a los opositores y provocando miles de exiliados que huyen de la represión, la crisis económica, o la falta de oportunidades en su país.

¡Esta es la Nicaragua que tenemos!

Vivimos sin libertades, cada vez más pobres, con menos oportunidades de trabajo y educación, con más empresas cerradas y más fincas sin cultivar, con madres de víctimas y presos políticos pidiendo justicia frente a un poder judicial corrupto, sin independencia de los Poderes del Estado, sufriendo el aumento de la delincuencia y sin una policía que nos proteja, con una contraloría ausente en un sector público que donde el derroche y la corrupción son normales, conviviendo con la violencia y la pérdida de valores. 

Nicaragua se ha convertido en una sociedad polarizada, donde desde el poder se han sembrado mentiras y rencores que nos separan, donde muchos creen que sólo pueden sobrevivir pasando por encima del otro. Y cada uno de nosotros le podríamos seguir añadiendo a esta lista, pero todo se resume en una palabra: Dictadura.

En la Alianza Ciudadana estamos convencidos de que se debe poner fin a esta situación mediante el voto ciudadano y nos unimos para ofrecer a la ciudadanía un proyecto político que le garantice confianza, seguridad, democracia, libertades y progreso social con un gobierno democrático, eficaz y transparente.

El primer paso para que transitemos de la dictadura a la democracia es que el 7 de noviembre todos nos movilicemos a votar contra la dictadura y nos organicemos desde ya para cuidar el voto, para abrir un nuevo tiempo en Nicaragua de progreso, libertad, empleo, y mejor condición de vida para todos.

Es fundamental en este momento que trabajemos juntos para derrotar cívicamente a esta dictadura y empezar a salir de la actual crisis nacional, pero más importante aun es que sentemos las bases para preservar los avances que alcancemos y así podamos heredarlos a las futuras generaciones para que sigan adelante.

Las dictaduras que periódicamente nos oprimen, no son resultado de un destino trágico ni de fuerzas externas, sino que son producto de una realidad social, económica e institucional que nos hace vulnerables como sociedad a este tipo de propuestas.

Por eso, empezar a desmontar esas vulnerabilidades que nos hacen presa fácil de caudillos y populistas debe ser el objetivo fundamental del próximo gobierno democrático de Nicaragua.

¡No sólo es derrotar al dictador, sino también erradicar la dictadura!

Algunos dirán que en Nicaragua hay muchas necesidades materiales y que, con esta visión de largo plazo, vamos a descuidar los problemas urgentes, condenando a la gente a seguir soportando privaciones con la promesa de que mañana todo será mejor, como acostumbran hacer los regímenes totalitarios.

Pero no es así, porque si examinamos esas condiciones que nos hacen presa fácil de dictaduras y nos impiden construir una democracia duradera, encontramos que son solamente la dimensión estructural de la falta de oportunidades y las privaciones que sufren a diario la mayoría de los nicaragüenses.